Para los que rozan los 40 abriles o que fingen que aún los tienen, en esta Guia de lugares gay de Lima - Perú, recordamos o, está bien, recuerdo cómo se conseguía puntos en los ochentas, antes de los chats y facebook, sin computadora
y aún el internet era el sueño de algún nerd sin vida sexual y seguro más onanista que yo (que Dios lo bendiga). Recuerdo el viejo periódico DeSegundamano, de color amarillo, donde en los anuncios de sentimentales se ponían unos avisos como para quedar en algún lugar de Lima (por lo general en el centro). Las personas quedaban llamandose a los fijos - olvídate del celular, estamos aun en la prehistoria gadgetera - y era de una vergûenza única quedar con un perfecto desconocido en esos tiempos de represión. Lo más interesante fue que habían anuncios de patas desde el extranjero y muchos amigos míos gastaban sus propinas en enviar cartas (no emails, por favor, contextualísense) manuscritas con fotos y algún recuerdo o souvenir del Perú. Unos pocos la hicieron y ahora están en el extranjero. Otra forma de hacer "punto" era el denominado cruce telefonico. El problema era hallar un número que nadie contestara y tener un oido muy fino para diferenciar entre todas las voces, aquella que quisiera hacer algo entre hombres por que la mayoría eran voces de héteros, pero al final algo se encontraba.No puedo olvidar de las galerias Boza, en especial en la parte final donde había un puesto de recuerdos con unas tazas en forma de pene o vaginas, bromas sexuales y otras pastillas de dudosa calidad y beneficio. Uno se paraba mirando la vitrina como interesado por algún producto que nunca compraría y listo había otro ahí también buscándote. Ahí si que conocí a mucha gente al igual que en los portales de la Plaza San Martín o caminando por el Centro de Lima, pero eran en los ochentas, los escaparates de las Galerías Boza donde fijo hallabas lo que querías con esa mirada de ojo de .... para descubrir al futuro punto o quizá pareja. Con el tiempo, el internet dejó atrás a los periódicos y las miradas furtivas de cualquier lugar o zona estratégica. Cuando empezaron a alquilar cabinas recuerdo que costaba 4,50 soles la hora, era caro y habían poquísimas cabinas, los chats todavía no se habian creado y sólo te comunicaban con tu futuro agarre por email por Netscape. Había algo de romántico en esperar el correo certificado (y para las más misias correo simple) de tu punto extranjero y esperar que venga a Lima y por fin puedas conocer algo más que la Av Abancay. Esta Guia de lugares gay de Lima - Perú se está poniendo muy venenosa.
que exitos tus blogg, es muy entretenido
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTe felicito por tu Blog: Leer este artículo sobre los años ochenta me ha traído gratos recuerdos. En aquella época y vivía en la ciudad de Arequipa y visitaba poco Lima. La situación en provincias era muy similar, había que ser muy valiente para buscar “puntos” como se les llamaba a los encuentros.
ResponderEliminarLos sitios de contacto eran por lo general las Plazas de Armas locales, la entrada a algún cine o alguna galería comercial que estuviese de moda. Habían pocos autos particulares; si caminabas tarde por la noche en las calles del centro, bastaba un contacto visual con el chofer para indicar lo que buscabas, si este al detenerse te devolvía la mirada, entonces ya se iniciaba la conversación y con bastante temeridad por parte de los protagonistas, el “peatón” era invitado a subir al auto del amable conductor, partiendo de ahí hacia rumbo desconocido.
La clave del éxito radicaba siempre en la discreción, tanto en el aspecto físico, como en hablar, vestir y gesticular; nada que denotara tu condición de “GAY”. Recuerdo también que por aquella época se vendían casi a escondidas, revistas extranjeras con fotos de chicos en minúsculos trajes de baño en sus portadas; en las últimas páginas se hallaban las secciones de avisos clasificados y encuentros. Solo muy pocos escribían y mucho menos envían fotos de desnudos, pues había que procesar las tomas en casas fotográficas y la censura de época no hubiese permitido tal impresión de fotos.
Los temas tabúes eran el SIDA, BSDM, travestismo. Discotecas, saunas y cines porno casi no existían e ir a esos locales ya suponía toda una aventura, los jóvenes de aquellas época debíamos idear la forma de “camuflar esta visita” pues corríamos el riesgo de que algún conocido nos viese entrar y la noticia se expendería mucho más rápido de que cayera la “honra individual” y el rechazo social, académico y por supuesto familiar.
Finales del siglo XX, muchos gratos recuerdos sí.
Te felicito por tu Blog: Leer este artículo sobre los años ochenta me ha traído gratos recuerdos. En aquella época y vivía en la ciudad de Arequipa y visitaba poco Lima. La situación en provincias era muy similar, había que ser muy valiente para buscar “puntos” como se les llamaba a los encuentros.
ResponderEliminarLos sitios de contacto eran por lo general las Plazas de Armas locales, la entrada a algún cine o alguna galería comercial que estuviese de moda. Habían pocos autos particulares; si caminabas tarde por la noche en las calles del centro, bastaba un contacto visual con el chofer para indicar lo que buscabas, si este al detenerse te devolvía la mirada, entonces ya se iniciaba la conversación y con bastante temeridad por parte de los protagonistas, el “peatón” era invitado a subir al auto del amable conductor, partiendo de ahí hacia rumbo desconocido.
La clave del éxito radicaba siempre en la discreción, tanto en el aspecto físico, como en hablar, vestir y gesticular; nada que denotara tu condición de “GAY”. Recuerdo también que por aquella época se vendían casi a escondidas, revistas extranjeras con fotos de chicos en minúsculos trajes de baño en sus portadas; en las últimas páginas se hallaban las secciones de avisos clasificados y encuentros. Solo muy pocos escribían y mucho menos envían fotos de desnudos, pues había que procesar las tomas en casas fotográficas y la censura de época no hubiese permitido tal impresión de fotos.
Los temas tabúes eran el SIDA, BSDM, travestismo. Discotecas, saunas y cines porno casi no existían e ir a esos locales ya suponía toda una aventura, los jóvenes de aquellas época debíamos idear la forma de “camuflar esta visita” pues corríamos el riesgo de que algún conocido nos viese entrar y la noticia se expendería mucho más rápido de que cayera la “honra individual” y el rechazo social, académico y por supuesto familiar.
Finales del siglo XX, muchos gratos recuerdos sí.
Te felicito por tu Blog: Leer este artículo sobre los años ochenta me ha traído gratos recuerdos. En aquella época y vivía en la ciudad de Arequipa y visitaba poco Lima. La situación en provincias era muy similar, había que ser muy valiente para buscar “puntos” como se les llamaba a los encuentros.
ResponderEliminarLos sitios de contacto eran por lo general las Plazas de Armas locales, la entrada a algún cine o alguna galería comercial que estuviese de moda. Habían pocos autos particulares; si caminabas tarde por la noche en las calles del centro, bastaba un contacto visual con el chofer para indicar lo que buscabas, si este al detenerse te devolvía la mirada, entonces ya se iniciaba la conversación y con bastante temeridad por parte de los protagonistas, el “peatón” era invitado a subir al auto del amable conductor, partiendo de ahí hacia rumbo desconocido.
La clave del éxito radicaba siempre en la discreción, tanto en el aspecto físico, como en hablar, vestir y gesticular; nada que denotara tu condición de “GAY”. Recuerdo también que por aquella época se vendían casi a escondidas, revistas extranjeras con fotos de chicos en minúsculos trajes de baño en sus portadas; en las últimas páginas se hallaban las secciones de avisos clasificados y encuentros. Solo muy pocos escribían y mucho menos envían fotos de desnudos, pues había que procesar las tomas en casas fotográficas y la censura de época no hubiese permitido tal impresión de fotos.
Los temas tabúes eran el SIDA, BSDM, travestismo. Discotecas, saunas y cines porno casi no existían e ir a esos locales ya suponía toda una aventura, los jóvenes de aquellas época debíamos idear la forma de “camuflar esta visita” pues corríamos el riesgo de que algún conocido nos viese entrar y la noticia se expendería mucho más rápido de que la “honra individual” y el rechazo social, académico y por supuesto familiar.
Finales del siglo XX, muchos gratos recuerdos sí.
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ResponderEliminarHola amigo, leer todas estas experiencias que tuviste en la antigua Lima ochentera y noventera si que captura el interés y morbo de cualquier espectador y visitante en este histórico blog...... No soy de esas épocas pero veo que uno se las ingeniaba para vivir bajo el placer seguro y riesgoso con tanta discriminación, burla y picardía de esos tiempos........
ResponderEliminarA ver si compartes algún contacto para mantener comunicación:
wilderaltamirano2@gmail.com