lunes, 29 de diciembre de 2014

Fisting: Aprendiendo anatomía de manera práctica

Buenos días amigos, aquí desde esta mi página de GUÍA DE LOS LUGARES GAY DE LIMA-PERÚ les voy a escribir de un tema totalmente diferente a lo que se lee en este blog y es el fisting.

Bueno, no es que sea un tema nuevo, se ha visto en cantidad de videos porno y por internet, además de haber fotos y textos ilustrativos entre otras cosas pero ello sólo te indica o disfrutas con ánimo voyerista sobre esos escabrosos y profundos temas del sexo gay más no te indica la sensación que se siente hacerlo.

Y es que lo hice (no me lo hicieron por si acaso) y para no terminar  la historia de manera tan brusca (y sin lubricante) les contaré qué paso y cómo al final pasó.

Las redes sociales ( de los cuales hablaremos en otro post ) son un mundo increíble de acercamiento a tantas deliciosas formas de pecar que uno no deja de ser atraído por ellos y como, con lo curioso que soy, entré a uno de ellos, más que nada al MANHUNT y ahí encontré en el tablero de anuncios una orgía que celebraban en un distrito residencial cerca de la Av. Salaverry y fui al citado lugar.

En un viejo edificio de los 50s, en un segundo piso, con una decoración de abuelita con los viejos tapetes de crochet y piso de colegio nacional, habían cuatro puntas que me recibieron entre curiosos y ansiosos. Después de los saludos y las desvestidas de rigor comenzamos con la acción.

El grupo se componía de personas mayores de 28 hasta los 50, con ausencia de osos ya que todos éramos delgados, en su mayoría modernos y varoniles. Todo bien por ahí. Todo era tal como debería ser y como tuvo que ser.

En el segundo round, después de la conversación y las bromas de rigor, uno de los convidados preguntó sobre sí alguno había hecho el fisting. Cada uno movía la cabeza indicando su negativa pero que sí sabían de ello. Luego la siguiente pregunta fue si es que lo harían, cuando llegó hacia mi y como soy de la idea de querer probarlo todo (bueno no todo) para poder hablar de ello con motivo de causa, le dije que sí lo haría e inmediatamente sacó un guante quirúrgico, abrió las piernas y me dijo: adelante.

Todos nos quedamos impresionados y más yo, en ese momento los restantes invitados al convite hicieron un corro entre los dos y ahí, en medio de tantos humores y sudores, me pidió que le introdujera mi mano en su ano.

Pero cómo podría hacer semejante hazaña, si un pene de considerable tamaño duele y usando lubricante, un brazo es peor. Sin salir de mi ensimismación sobre el método a usar, inmediatamente el pata sacó un sachet de acondicionador Bonawell indicando que ese era el truco. Con una mano enguantada y lubricada de acondicionador (nueva función de ese producto) procedí a meter los dedos.

Al principio tuve temor porque no quería hacer daño. Obviamente empecé con un dedo y haciéndolo con cuidado. Sin embargo el pata ni se inmutaba de dolor o de placer, concentrándose me pedía que ingresara más dedos. Poco a poco introduje lo pedido y al final mis dedos hicieron un conito para poder ingresar, sin embargo todavía no había metido nada de la mano. El pata comprendía mi temor pero me incitaba a que sea más decidido. Como primerizo que fui, decidí a meter toda la mano lo más fino que pudiera ponerlo y para mi asombro entró sin oponer resistencia el esfínter anal. Una nueva sensación experimenté con mi mano dentro de su ano y sin ningún reclamo pidió más el fulano. Cerré mis ojos para poder recordar, desde un punto de vista práctico, mis clases de anatomía del colegio. Nada me enseñó lo que ahora podía percibir con el sentido del tacto, pude, dentro de ano, abrir mi mano que estaba en forma de cono y tocar el recto e inclusive un orificio dentro del ano que supuse que sería el inicio del intestino grueso. Por fin dentro de mi recreación mental me di cuenta que entre el ano y el intestino hay un espacio denominado el recto que debe de ser de unos 12 cm aproximadamente y que es elástico.  Mi dedo pudo entrar un poco (y por temor) dentro del intestino grueso y conocer, vívidamente, ese aspecto del cuerpo humano.

La cosa no terminó ahí, mientras sacaba la mano noté lo limpio que había quedado y es que seguro se habría hecho alguna lavativa antes de venir. Me pidió que volviera a meter la mano pero ahora que girara la mano dentro del recto. Al hacerlo vi el placer que le producía. Luego me dijo que si quería meter la otra mano, y antes de decirle que sí ya había sacado otro guante y el consabido sachet de acondicionador. Mientras que uno de los integrantes de la orgía me ayudaba con el guante ya que yo no podía, me imaginé que quería que le metiera las dos manos a la vez, alucinado como estaba, me dijo que aún no podía hacer eso pero que metiera uno y al mismo tiempo sacara el otro. Haciendo caso a las instrucciones verbales del fisting dadas por mi coach, hice eso pero despacio, sin embargo me animó a  hacerlo más rápido y es así que poco a poco fui apurando la velocidad. Me impresionó la adaptabilidad del ano para poder ensancharse mientras metía uno y sacaba el otro mientras el pata me miraba a cada momento con mucho cariño. Así, como si fuese una bolsa de golpear ingresaba en el mismo punto un puño cada vez, así me parecía un ejercicio, por que al final era tanto esfuerzo que al cabo de unos minutos estaba con los brazos exhaustos y pedí detener la aeróbica sesión. El pata preguntó por alguien que quisiera hacerlo sin embargo nadie se animó. Al final hice algo que nunca pensé hacerlo y sólo verlo en los videos: un fisting.

Terminó la sesión como debía de terminar, en una especie de baño María (de semen) sobre el dueño de la casa.


Así pues, mientras me vestía y pensaba en un duchazo de agua caliente y el recalentado de la tarde, pensaba en esta experiencia y en compartirlo (a petición de un amigo) en esta GUÍA DE LOS LUGARES GAY DE LIMA-PERÚ para el deleite (y su total satisfacción) de esta mi experiencia anatómica sexual y más bizarra de toda mi vida gay.